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Bailando con el arte

Carmen llegó muy callada y tomó asiento ante una mesa con un enorme papel en blanco, varios pinceles y otras cosas que nunca había utilizado. Esperó quieta, ensimismada en el blanco del papel, expectante a que los otros tomaran sus lugares, para que la pregunta que nos hizo en voz muy tímida: “¿qué hago yo aquí?”. Ella misma no sabía por qué se había atrevido a ir, si en su vida ella había pintado.

Cuando comenzamos la actividad, y fluía la música de Juan Luis Guerra entusiasmándolos a todos al movimiento, la animamos a tomar un pincel y mojarlo en la pintura. Ya sabiendo cómo mezclar los colores primarios para obtener otros, su expresión pasó a la sorpresa: su mano respondía a la música y al cuidado que imprimía en cada pincelada que dejaba sobre el papel y no, a los movimientos involuntarios que en algún momento la agobian.

Ana María Soto.

Así como Carmen, todos los pintores, algunos de los cuales nunca habían ido a la escuela y no sabían ni leer ni escribir, dejaron en colores sus emociones, sus escritos, su estado de ánimo, sus preguntas y sus detalles. Bailaron, rieron y pintaron por 3 horas continuas sin parar.

Una vez que se sintieron seguros, pidieron un papel tras otro, para seguir dejando fluir esa pintura con alegría. Esto nos mostró a todos el paso trascendental que cada uno de ellos había dado, ya que se habían arriesgado a hacer algo nuevo que, aunque pareciera hasta una tontería frente a las necesidades de su pobreza y los avances de la enfermedad, les permitía romper con la rutina de su tragedia personal para dejarlos ir, junto con la música, deslizándose por el papel en una explosión de colores.

Juan Carlos Soto a la izquierda y, a la derecha, Carmen González.

Las palabras de Ana María, otra de las pintoras, quedaron grabadas en todos los presentes: “Quiero que guarden estas pinturas, para que cuando yo ya no esté, me recuerden”… y ese día nos llenamos “de recuerdos”, porque fueron casi 20 pinturas diferentes las que llenaron las paredes de nuestro taller con aprendizajes de amor.

Así comenzó nuestro proyecto: Bailando con el arte, en el que cinco personas con la enfermedad de Huntington de la Comunidad de San Luis, en la ciudad de Maracaibo, iniciaron una nueva experiencia con el arte: Yoelbi Soto, de 31 años; Carmen González, 33 años; Ana María Soto, 40 años; Katy Hernández, de 46 años; Juan Carlos Soto, 49 años.

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