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Vivir en la calle con Huntington

Las “historias de vida” de hoy nos llevan a un lugar muy difícil y triste, pero que lamentablemente existe. Muchas personas con Huntington acaban abandonadas en la calle. Ya sea abandonados por sus familias o por problemas psiquiátricos derivados de la propia enfermedad, los jóvenes afectados por la EH en ocasiones acaban viviendo en la calle. La combinación de abandono, pobreza y enfermedad, cuando se mezcla con el crimen, puede tener consecuencias devastadoras. Hace poco recibí una llamada de Sonia Moreno desde Medellín. Ella estaba llorando. Mencionó que fue contactada por uno de los centros de Caritas en Medellín porque habían encontrado a un paciente con EH que había sido severamente golpeado en las calles. Llamémoslo "G". Había estado desaparecido durante 3 años y estaba en muy mal estado. Pidió ver si Factor-H podía ayudar a pagar la ropa y los regalos. Sonia lo había visto crecer de niño, y ahora le tocaba verlo en tal condición. Ella lloraba de tristeza y frustración, y no dejaba de repetir que no permitiría que volviera a vivir en la calle. Él no lo hará. La madre de G murió de EH cuando ella tenía 48 años. Después de su muerte, uno de sus hijos se fue a vivir con un tío y G se fue a vivir con su padre. Su vida era dura y G comenzó a consumir drogas y no tenía atención médica. Cuando su hermano comenzó a enfermarse, él también se fue a vivir con G y su papá. El padre de G murió en circunstancias violentas y, por lo tanto, ambos niños terminaron sin el apoyo de sus padres. El hermano de G acabó en la calle a los 21 años, aunque finalmente fue trasladado a un centro asistencial, donde sigue a día de hoy. G lleva más o menos 15 años viviendo intermitentemente en la calle, varios de ellos con Huntington. Ahora tiene 29 años, y como Sonia fue a verlo al hospital, encontró un centro de atención municipal para que lo atendieran. En este momento está recibiendo asistencia médica, buena nutrición y terapia. Sonia lo visita periódicamente. Sus gritos de frustración y tristeza tienen mucho que ver con el hecho de que vio crecer a G, su madre morir y su vida volverse insoportable, pero también son un grito desesperado sobre cómo nosotros, como sociedades, tratamos a los más necesitados. . Nadie debería morir en la calle, y menos un joven con Huntington. G representa las historias no contadas de muchos jóvenes afectados por la EH. Ignorados por la sociedad y víctimas de los efectos devastadores de la EH en las familias. No podemos permanecer en silencio y dejarlos morir en el abandono y el abandono. Podemos y lo haremos mejor.

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