Recordando que «Jesús salía al encuentro de los enfermos y derribaba los muros del estigma y la marginación», el Papa Francisco ha mantenido el jueves un encuentro con doscientos enfermos de Huntington, acompañados de sus familias, investigadores y benefactores hasta un total de casi dos mil personas a las que ha saludado una a una, con una caricia, un beso o un abrazo en el aula Pablo VI.
La enfermedad de Huntington lleva progresivamente a movimientos descontrolados (el «baile de San Vito»), deformación de las manos y pérdida de capacidades cognitivas y de relación, lo que empuja a la gran mayoría de los pacientes a permanecer escondidos en las casas por vergüenza. Los niños abandonaban la escuela a causa del vacío creado a su alrededor por miedo a un contagio imposible pues se trata de una enfermedad estrictamente hereditaria.