Hace unos días hubo una emergencia en Colombia. Desde España oigo como Nacho me cuenta desde Los Ángeles que acababan de estar “apagando un fuego”. Su nombre es Nelson, y es querido. Ha tenido una recaída. Es como si una pequeña red invisible e infinita nos uniera a todos. No se muy bien como se habla de ciertas cosas privadas, íntimas, donde alguien, en un momento, hace algo por otro ser humano. Uno, dos, tres. Nada, apenas una gota en un Océano de necesidad. Alguien coordina, alguien ejecuta. Un aliento apenas llega a alguien que no tiene otra cosa. A él y a los que le quieren, con ese querer universal que no tiene fronteras ni clases, ni diferencias. Un querer que es agua cristalina por un instante, en medio del lodazal de la vida.
Vi el vídeo… un instante… vi como una persona, era llevada más allá de los caminos, por otras personas hasta poder llegar a un hospital y a un momento de alivio.
Hoy el mensaje es distingo. La noticia esta vez le llega a Nacho en Londres donde está por trabajo y desde allí, después de que habláramos un instante esta mañana, me envía algo que me parece privado pero que me atrevo a compartir porque creo que lleva la inmensa lección -la conmoción- de la inmensa belleza de la dignidad humana. Nelson, ha fallecido. Alguien, su sobrina, Juli Echevarría, le quería. No es un día fácil. Escribe unas palabras que comparte. No la conozco y sin embargo, está tocándome, ¿cómo es posible? a través de esta red inmaterial y sutil a la que todo ser humano está conectado.
Escribe:
No he estado en Colombia. No he estado en Venezuela. No he estado en Perú. Pero hablo con las personas que allí trabajan. Siempre me admiran, en el fragor de lo cotidiano, hoy son unos médicos que visitan a quienes llevan demasiado tiempo sin ser visitados, ayer son unos regalos para los niños que iluminan de pronto el mundo como si hubiera habido un fulgor sobre sobrenatural. Mañana, serán bolsas de alimentos, para donde no llegan. Una gota, apenas en el Océano. Uno piensa que Dios, o nosotros mismos, o los otros, nos queremos perfectos. No lo somos. Todo lo contrario. Somos profundamente imperfectos, pero a veces, como un regalo, lo que damos, se convierte en un instante de perfección. Leo, esta pequeña muestra de que la dignidad humana, es un terremoto imparable en medio de lo sórdido, de lo incomprensible.
Tengo una amiga, Carmen Reviriego, que escribió un libor titulado “La Suerte de Dar”. Lo escribió entrevistando a mecenas que donaban parte de su dinero para ayudar a que el hombre -ellos mismos, un instante- se coloquen en el lado luminoso del mundo.
Veo las flores. Veo la nota de cariño. Leo. A cientos y cientos de kilómetros de distancia, mi corazón acompaña en el sentimiento a esta persona que identifico por su forma de querer. Algo tan normal… y a veces tan olvidado.
Ahora, cuando acabe de escribir lo que me pide el cuerpo sintiéndome nada, pero agradeciendo ser parte de la gota en el Océano, voy a darle al botón de “donar” para dar las gracias por que alguien, en un rincón del mundo me ha hecho sentirme profundamente orgulloso de ser esta “cosa” que somos los seres humanos. Tantas veces errados y algún instante, apenas una milésima de un instante, acertados.
No… no hablo de que los demás donen. No animo a nadie a donar. Ni siquiera me siento cómodo compartiendo lo agradecido que estoy de formar parte de este proyecto que se llama Factor-H. “H” de humanidad. Sólo quiero devolver algo de lo que recibo.
Admiración por cada uno de los que dedican, aunque sólo sea un segundo, a ayudar un poco donde hace falta tanto. La enfermedad de Huntington es de esas enfermedades que te plantea las preguntas más duras. Cuando esa enfermedad tan implacable y cruel, se da en alguien que vive en Latinoamérica, esa parte del mundo que es casi un espejo amplificado y magnifico de lo que somos a este lado del Atlántico, y se da en medio de unas condiciones de extrema pobreza o extrema dificultad, la respuesta, tiene que ser, más perentoria aún.
Descansa en paz Nelson. El amor de los que te quisieron te describe para mí aunque no llegara a conocerte.
2 Responses
Nuestro querido Nelson partió de nuestro plano terrenal,me quedo con su sonrisa como gesto de cariño para nosotros,su resistencia en medio del caos que trae consigo la enfermedad,amigo te recordare siempre como a cada una de esas personas que como tú partieron y conocí en este camino lleno de aprendizajes que Factor-H me dio la oportunidad de seguir, son ellos la comunidad de Huntington que cada día me da una lección de vida.Nos queda seguir apoyando y acompañando a nuestros amigos EH.Fortaleza a su familia! 💐
Hola muy buenos días muchísimas gracias. Qué hermosas palabras